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«La literatura es una experiencia con esa incertidumbre que nosotros en la realidad tenemos que dejar de lado… la literatura hace posible esto porque trabaja con el lenguaje», Ricardo Piglia

bordarretazos

“Borges puso el estándar que había que poner (…) ¿En qué consistía? Consistía en una cosa que podríamos reducir a una frase sencilla, que ya la había inventando antes Macedonio Fernández, el problema no es cómo está la realidad en la ficción, que es lo que en general se busca, como una novela representa a una época, etc. Más que tratar de ver cómo está la realidad en la ficción el problema es ver cómo está la ficción en la realidad, esa es la vuelta que dio Borges… cómo actúa la ficción en la realidad, dónde buscamos la ficción en la realidad… porque si ustedes me permitan una traducción eso es lo que Gramsci llamaba hegemonía… Valery tiene una frase lindísima para describir esto: “no se puede gobernar con la pura cohersión, hacen falta fuerzas ficticias”. Es decir, hay que crear un consenso, por lo tanto hay que construir utopías…

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«Pierre Menard, autor del Quijote» de Borges: un artefacto textual complejo

El texto «Pierre Menard, autor del Quijote», de Borges, es un artefacto textual complejo cuyo funcionamiento vale la pena intentar explicar. Mediante el tono el texto arremeda a las notas biográficas y las reseñas publicadas en revistas especializadas o en un suplementos literarios. El tono es erudito y pedante (como los textos especializados) y es una argumentación crítica a favor de una producción artística muy rara, la de Pierre Menard. En ese sentido, “Pierre Menard, autor del Quijote”, en su carácter de nota acerca de la obra de este tipo excéntrico que quiere volver a escribir el Quijote de manera idéntica (palabra por palabra), es también un cuento: a pesar de que el texto arremeda a una nota de crítica literaria especializada, la nota biográfica nos habla de un personaje: Menard; y de su acción heroica: la re-escritura del Quijote.

En una segunda lectura, y vinculado con ciertos textos de Borges, “Pierre Menard, autor del Quijote” es también un ensayo. Es decir, es un producto cultural que afirma algo; que defiende una idea, en este caso una cierta manera de concebir la literatura, y la lleva a la práctica. El texto de Borges parece afirmar que los textos literarios se actualizan en el momento de su lectura. Por eso cuando Menard re-escribe el Quijote los referentes y las convenciones sociales con las que se aproxima el lector se vuelven las de una nueva época. Por eso dice el texto:

“examinemos el” capítulo “XXXVIII de la primera parte,” del Quijote de re-escrito por Menard “«que trata del curioso discurso que hizo don Quixote de las armas y las letras». Es sabido que don Quijote (como Quevedo en el pasaje análogo, y posterior, de La hora de todos) falla el pleito contra las letras y en favor de las armas. Cervantes era un viejo militar: su fallo se explica. ¡Pero que el don Quijote de Pierre Menard -hombre contemporáneo de La Trahison des clercs y de Bertrand Russell- reincida en esas nebulosas sofisterías! Madame Bachelier ha visto en ellas una admirable y típica subordinación del autor a la psicología del héroe; otros (nada perspicazmente) una transcripción del Quijote; la baronesa de Bacourt, la influencia de Nietzsche. A esa tercera interpretación (que juzgo irrefutable) no sé si me atreveré a añadir una cuarta, que condice muy bien con la casi divina modestia de Pierre Menard: su hábito resignado o irónico de propagar ideas que eran el estricto reverso de las preferidas por él.”

El efecto que tiene la re-escritura de la obra de Cervantes por parte de Menard es en realidad el que experimenta cualquier lectora o lector que lee el El Quijote en una circunstancia distinta a la circunstancia en la que fue escrito. Uno se aproxima a un texto y las palabras y los sintagmas nos recuerdan cosas que hemos visto, o leído, y que conocemos. No importa que eso que pensamos y recordamos en el camino de la lectura no tenga mucho que ver con la circunstancia histórica en la que se produjo esa obra. Nuestra lectura siempre está afectada por nuestra experiencia en el presente. Eso es lo que actualiza y le da vida a un texto literario. Por eso el ejercicio de Menard de re-escribir el Quijote, línea por línea, es interesante. Sitúa en primer plano eso que de hecho experimentamos en la lectura: la actualización de un texto al momento de la lectura con referentes que son los de nuestro presente. En última instancia, lo que el texto de Borges lleva a la práctica es la manera en que, en el ejercicio de la mayor repetición aparece la diferencia. Por ello un texto nunca podrá ser idéntico a sí mismo, dado que se encuentra sujeto a un proceso de lectura que va variando, de lector en lector, gracias al paso del tiempo y los nuevos acontecimientos que se le suman a nuestra memoria y a la memoria colectiva.

En síntesis, la complejidad del texto de Borges proviene de la manera en que su texto juega y traslapa distintos géneros literarios: el cuento y el ensayo, principalmente, a partir de las convenciones de la nota biográfica y la reseña crítica.

El texto puede leerse aquí: ftp://ftp.icesi.edu.co/jllorca/Vanguardias%20y%20neovanguardias/Pierre%20Menard,%20autor%20del%20Quijote.pdf

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«Las piedras en mi riñón» por Michel de Montaigne (fragmento del ensayo «La experiencia»)

(traducción de Juan Pablo Anaya elaborada a partir de la elección y el sampleo de distintos fragmentos de las traducciones de J. Bayod Brau y Almudena Montojo. Descargable: https://ensayaren.files.wordpress.com/2021/04/las_piedras_en_mi_rinon.pdf)

Hemos de aprender a sobrellevar lo que no puede evitarse. Nuestra vida está compuesta, como la armonía del mundo, de elementos contrarios, también de tonos distintos, suaves y duros, agudos y bajos, blandos y graves. ¿Qué pretensión tendría el músico que sólo amara algunos de ellos? Ha de saber servirse de todos y mezclarlos. Lo mismo nosotros, con los bienes y los males, que son consustanciales a nuestra vida. Nuestro ser no puede subsistir sin esta mezcla, y un lado es tan necesario como el otro. Intentar forcejear contra la necesidad natural es imitar la locura de Ctesifonte, que se puso de espaldas para intentar luchar con su mula a patadas.

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«Ensayos» de Montaige, en la edición de Jordi Bayou, descargable

Descargable aquí: https://www.epublibre.org/libro/detalle/10194

«En 1580, Michel de Montaigne dio a la imprenta la primera edición de sus dos libros de Los ensayos. El éxito fue tan arrollador que, dos años más tarde, apareció una nueva edición, aumentada con un tercer libro y con notables adiciones y correcciones en los dos primeros. Se completaba así la redacción de uno de los libros que mayor prestigio e influencia han tenido en el pensamiento occidental. Sin embargo, el gentilhombre perigordino siguió trabajando en el texto de sus ensayos hasta su muerte, acaecida en 1592. Tres años más tarde, Marie de Gournay, «fille d’alliance» de Montaigne, presentaba una edición de Los ensayos siguiendo las instrucciones que le diera su autor, edición que durante siglos ha sido considerada canónica, hasta que Strowski preparó la suya entre 1906 y 1933. Hoy, el de Marie de Gournay es visto de nuevo, con justicia, como el texto de referencia, y sirve de base a todas las ediciones recientes fiables. Éste es también el que el lector hispano encontrará en la presente edición, enriquecida con referencias a los múltiples estadios que experimentó el texto y con un completo aparato de notas. Una edición útil al especialista y próxima al lector común.» (tomado de epublibre)

Descargable aquí: https://www.epublibre.org/libro/detalle/10194

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El territorio del ensayo

Montaigne sobre la máxima «conócete a ti mismo»

«Preferiría entenderme bien a mí mismo que entender a Cicerón. Harto tendría con mi propia experiencia para hacerme sabio, si fuera buen estudiante. Quien conserva en su memoria los excesos de su pasada cólera y hasta dónde le llevó esa fiebre ve la fealdad de esta pasión mejor que leyendo a Aristóteles, y alimenta odio más justo contra ella. Quien recuerda los males que ha sufrido, aquellos que lo han amenazado, las livianas circunstancias que le han hecho pasar de un estado a otro, preparase así a las mutaciones futuras y a la asunción de su condición. No es la vida de César más ejemplar que la nuestra, para nosotros; y por emperadora o popular que sea, siempre será una vida expuesta a todos los acontecimientos humanos… ¿Quien se acuerde de tantas y tantas veces como ha errado su propio juicio no es un necio si no desconfía de él para siempre? Cuando la razón ajena me convence de la falsedad de una idea, no aprendo tanto lo nuevo que me ha dicho, ni esa ignorancia particular (poco fruto sería), como aprendo en general mi debilidad y la traición de mi entendimiento; por lo cual llego a dominar todo el conjunto. Con todos mis demás errores hago lo mismo; y siento que es esta regla muy útil para la vida… El aprender que se ha dicho o hecho una necedad, no es nada; es menester aprender que se es un necio, enseñanza harto más amplia e importante… Si cada cual espiase de cerca los efectos y las circunstancias de las pasiones que lo dominan, como he hecho yo con aquella a la que he tocado en suerte, veríalas venir y aminoraría algo su impetuosidad y su carrera. No siempre se nos echan encima de repente; hay amenazas y grados. ‘Así al primer soplido el mar empieza a blanquearse, poco a poco las olas se agrandan y más alto se levantan, y del fondo del abismo suben hasta las nubes’ (Virgilio, Eneida). Ocupa el juicio en mí lugar magistral, o al menos esfuérzase por ello laboriosamente; deja que mis apetitos vayan a su aire, y el odio y el amor, incluso el que me profeso a mí mismo, sin alterarse ni corromperse. Si no puede reformar a su modo mis otros aspectos, al menos tampoco se deja reformar por ellos: hace juego aparte.

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Sobre este sitio

Este blog busca explorar la relación del ensayo con la idea de límite o frontera. Para ello se propone antologar textos, videos, imágenes, gifs y cualquier trozo de información que nos invite a pensar este género literario desde dos perspectivas. La primera entiende al ensayo como un territorio cuyas fronteras no lo separan sino que lo ponen en relación con otros géneros, como el cuento o la crónica, entre otros. En ese espacio fronterizo son posibles distintos juegos de travestismo que buscaremos documentar en este blog. La segunda perspectiva concibe al ensayo como una práctica que explora los límites de lo literario para conformar una lengua menor. En estos casos el ensayo ensaya en los límites de los usos establecidos del lenguaje y se pone en contacto con otras prácticas sociales y procedimientos artísticos que empujan a la lengua a construir nuevos territorios que ya no son los de la literatura o que quizá nos invitan a volver a pensar en qué consiste lo literario.

Para comenzar utilizaremos los siguientes tres tags para acomodar el material que iremos subiendo: 1) El territorio del ensayo, 2) Las fronteras del ensayo con y 3) Ensayar. Exploraciones en los límites.

Qué el apetito de ensayar permanezca harto tiempo con nosotrxs.

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